sábado, 19 de julio de 2014

Por qué Bandera Blanca

Unámonos


De modo que podamos cooperar por el bien (de todos) – Hasta hoy ciertamente cooperamos, pero principalmente en la defensa o en contra de otros 

La solución de los problemas humanos ha de ser conjunta, incluso si alguno no pudiéramos solucionarlo, lo correcto y apropiado es que las decisiones tomen a todos en cuenta.


No soaos capaces de solucionar la pobreza y la miseria del mundo mientras vivimos en el desperdicio, incapaces de compartir y cooperar y, sobre todo, divididos en unas 200 unidades armadas, destinando al armamento nuestro mayor esfuerzo y dedicación en todo tiempo y lugar.


Ese es el problema mayor y básico de la humanidad en su conjunto, pero también de cada uno en particular -aunque no seamos muy conscientes de ello- y, sin embargo, las propuestas de los partidos políticos están limitados por principio al estado (al control de la violencia "legítima"), con lo que perpetuamos esta situación manteniendo siempre sin opciones la posibilidad del sentido común.


Es el momento de pensar de otro modo, de un modo humano.



La ONU no es suficiente

Los humanos tenemos que encarar la realidad sobre nuestra existencia y dejar de engañarnos a nosotros mismos.

Es un error seguir intentando vivir “dejando a los otros en paz”, cada uno por su lado, y reunirse en la ONU para solo expresar allí el interés particular.

Tenemos que vivir juntos, trabajar juntos para el beneficio común, de otro modo resulta en lo que somos: competidores a muerte.

Pensamos "idealmente" que solo si alguien hace algo malo, entonces debe ser condenado, pero no sucede así realmente, también si alguien planea algo malo, debe ser "condenado".

Es como si alguien, en efecto, sin dañar o herir a otro de hecho, le apunta con una pistola y le obliga a algo. También está abusando de él.

¿Acaso no es así? ¿Por qué en lugar de utilizar ingentes recursos para amenazar más y más o destruir más y más no los utilizamos para construir la paz? Te lo diré: Porque nuestra base es nuestro estado –nuestra unidad armada- como un absoluto de nuestro marco de pensamiento.

La cuestión aquí y ahora no trata de "condenar" o "castigar" a nadie sino de encarar esa realidad juntos para actuar juntos para resolverla en lugar de cerrar los ojos a lo evidente y continuar instalados en la violencia.

Propiamente las armas no son para las guerras, más bien las guerras son consecuencia de la violencia o efecto virtual del arma y si la guerra es tan cruel y parece, por tanto, tan irracional no lo es realmente, simplemente se anticipa que la paz resultará en unos con armas y otros desarmados, esto es, a merced del vencedor. En el caso de guerra civil el desarmado quedará en la parte más baja del sistema piramidal del estado. 

                                                                        La ideología y el estado

Son los estados y su control de todos los aspectos de nuestra vida, economía, lengua, información, creencias, los que nos manipulan al efecto de ser más eficientes a sus fines frente a los otros estados que actúan de la misma manera, lo que, lógicamente, nos ofusca el juicio que vive y se nutre en sociedad.

Pero algunas personas han sido capaces de serenarse y atenerse a la realidad, y aquí recogemos parte de sus trabajos, encontrados con cierta dificultad.

A Mozi, por ejemplo, promotor de la política del amor universal, el estado chino lo ha perseguido y ocultado implacablemente dos milenios. Mozi pudo "publicar" en el marco de los Reinos Combatientes, pero una vez que China se unificó, fue "oficialmente" perseguido y eliminado y, pese a haber sido la doctrina más influyente de aquella extraña y única época de China donde hubo escuelas que contendieron abiertamente, solo algunos de sus textos han podido solo ser preservados ocultos entre textos taoistas.

A Cervantes, no se le ha entendido -España desde el siglo XVII entró en el ámbito idealista europeo y perdió conciencia de su pensamiento crítico anterior, tanto como para que el personaje loco de la novela de Cervantes fuera rescatado por los románticos alemanes como héroe y exportado a España como tal. A Cervantes se le tergiversa desde la ignorancia o sin escrúpulo.

De Kant sabemos que fue amonestado por las autoridades prusianas y obligado a retractarse -le había abierto los ojos Rousseau sobre la política- pero su Tratado de Paz rezuma ironía y sarcasmo y se contradice para solo ser brillante en la parte que refiere al juicio humano...y deja de referirse a los estados y a sus políticos.

Y cuantas otras personas hay, como muestra la sabiduría de los refranes, que o no tienen voz o no se les ha sacado del olvido, por mucho genio que tuvieran, por no ser servidores o de uso de su respectivo estado, a lo que nos referimos con el caso de Sócrates, en el texto adjunto. 

Por todo esto, levantamos la bandera blanca porque queremos que se entienda que la violencia no solo necesita ser detenida cuando se abre fuego, sino que también es preciso detener esta violencia de abuso mutuo que emerge de la simple existencia y presencia del arma, que en el ámbito intelectual Cervantes dice nos lleva a "confesar" y a nuestra lógica dedicación a producir siempre mayores medios para el homicidio.

Sin los estados, o violencia organizada, esas extrañas y fantasmagóricas "confesiones" se desvanecerán como el humo, pues su uso real es agrupar para la violencia. 

Dejemos entrar en nuestra mente la opción de la humanidad, de la unidad humana.

El mundo real

La violencia se manifiesta de dos maneras principales: como guerra y tensión entre los estados y como desigualdad en el interior de los estados como explotación del hombre por el hombre.

A la primera cuestión, sigue: dado que los estados o unidades armadas son unos por o contra otros, unidos no tienen sentido y el desarme no solo será posible sino apropiado y conveniente.

Y a la desigualdad sigue: La desigualdad es de hecho la ineludible jerarquía piramidal necesaria -que unos se vean forzados a obedecer a otros- para lograr unidad y eficacia frente a los otros estados que se organizan de la misma manera, pero, igualmente, si nos unimos, la igualdad humana no será simplemente posible sino apropiada y conveniente.

(Los partidos políticos de izquierda buscan lograr igualdad en el estado -y, en efecto, es preciso estar de parte del que lo necesita, pero su planteamiento resulta ideológico, pues choca con la realidad, que obviamente es mundial, humana y no estatal -ahí tenemos el caso de la URSS y China- que tuvieron que renunciar -incluso explícitamente a su propósito de igualdad (pues su marco es el estado).

El "bien" no es viable "unilateralmente". El desarme no se logra parcialmente, si alguien lo hiciera, simplemente sería incorporado a otra unidad armada, o los suyos se verían en necesidad de redoblar sus fuerzas y de acabar con el "desertor", de modo que ni la propuesta de desarme ni la bandera blanca tienen un sentido de entrega o rendición, pues estas no resultarían en su propósito. 


Por el contrario, levantar la bandera blanca al objeto de llevar a cabo el desarme global es el modo apropiado de conducirse.


El arma y la bandera blanca

Buscamos y proponemos la unión humana mediante el desarme como fundamento y criterio de comunidad.

Hasta ahora, la simple existencia del arma –existente en la naturaleza antes de los seres humanos y su conciencia- genera una amenaza, porque las armas no solo actúan cuando matan y destruyen sino que nos condicionan permanentemente desde su potencia, virtualmente.

Y no solo cuando alguien nos apunta con arma nos condiciona, sino que ineludiblemente tomamos en cuenta la existencia del arma para todo lo que hacemos, incluso si lo hacemos inconscientemente.

Comprendemos que una mesa patas arriba está mal puesta, pero, no porque lo pensemos conscientemente, sino porque nos la incorporamos, la "sentimos", como si la usáramos. Y así es también como tenemos en cuenta el arma, incorporándonosla, sintiéndola y no pensándola, pero en el caso del arma de dos maneras: empuñándola y encarándola, de modo que nos hace dementes, irreconciliables, perdemos la capacidad de objetividad que nos aporta el ponernos en lugar del otro.

Este es el puro origen de la  enemistad humana: Todo lo que hacemos tiene por objetivo final "armarnos" y "desarmar" al otro, tal como define Clausewitz la guerra. Y todo lo que hablamos igual, de modo que, ¿cómo podremos entendernos si no nos atenernos primero a esa referencia común?

El estado es como el arma que empuñamos, nuestra unidad armada, el arma incorporada, con carácter ineludiblemente piramidal. Por eso la solidaridad internacional de los explotados, o cualquiera que sea, es secundaria a la estatal. Y nuestra inteligencia se subordina de inmediato a nuestro estado. Pero la realidad es humana...Y es la realidad la que tenemos que tratar.

Por eso levantamos la bandera blanca, para requerir el alto el fuego allí donde ese ahora se produce, pero también para hacer consciente el efecto amenazante, virtual, del arma que nos impide la comunicación, para que bajo su referencia se nos permita la convivencia, la comunidad, esto es decir, el propósito común de desarme.

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